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La toma de datos para el diagnóstico de un edificio. Condiciones básicas

Parece claro que el diagnóstico se tiene que basar en los datos que recojamos. Sin embargo, si estos datos son incorrectos o están mal tomados, el diagnóstico puede ser erróneo. Por poner un ejemplo común, todos sabemos que, en medicina, un análisis de sangre o una radiografía mal ejecutados, no le sirven al médico para nada.

En este texto me voy a centrar en los datos constructivos que debemos obtener en el estudio para el diagnóstico, que son los que nos permitirán conocer el estado de integridad del edificio, comprobando sus características técnicas y los posibles procesos patológicos que le afectan. Y todo ello con los métodos técnicos y científicos adecuados para conseguir una información fiable y completa.

a. Para la caracterización constructiva tenemos dos opciones básicas:

• Consultar la documentación técnica del edificio, si existe; el proyecto de ejecución, el proyecto ejecutado (“as built”), los documentos técnicos de los materiales y elementos utilizados, etc

• Llevar a cabo observaciones directas y ensayos de los elementos y materiales constitutivos. Para las primeras, además de visitar el edificio, necesitaremos llevar a cabo una serie de calas de observación, en cimentación, en elementos estructurales (verticales y horizontales), en fachadas, en cubiertas, en tabiquería interior, en carpintería y acabados, etc., etc. Para los ensayos, deberemos obtener muestras, normalmente obtenidas a partir de catas, y ensayarlas en laboratorio (resistencias mecánicas, absorción y succión, desgaste, compacidad, etc., etc.); también podremos llevar a cabo ensayos “in situ”, que no suelen ser destructivos, tales como el uso de esclerómetro o de “pachómetro”, aplicación de la pipeta Karsten, uso de endosopio, etc., etc.

Probablemente tendremos que plantear las dos opciones (documentos y ensayos) para completar una con otra y conseguir una caracterización suficiente.

b. Para el estudio patológico, deberemos seguir una metodología científica y técnica adecuada. Veamos algunos de los procedimientos que debemos aplicar en las lesiones más corrientes:

• Para la comprobación de las humedades (capilar, filtración, condensación).
En general, tenemos que medir el porcentaje de humedad, tanto de la ambiente, con sondas aéreas, como la superficial, con higrómetros de contacto, como la interior de los muros, con sondas electrónicas. También será útil la realización de termografías, especialmente en los casos de humedades de condensación. En estos últimos, siempre necesitaremos llevar a cabo un estudio de los gradientes de humedad y temperatura, para confirmar la localización de la condensación (superficial interior, intersticial o superficial exterior).

• Para la comprobación de grietas (en elementos estructurales y en cerramienos).

Tenemos que medir la variación de su apertura a lo largo del tiempo, para conocer las causas que la provocan. Para ello deberemos “instrumentarlas” y “seguirlas”. Esta labor se puede hacer con fisurómetros manuales digitales, o con instrumentos electrónicos (galgas extensométricas), y pocas veces con testigos de yeso o con regletas milimetradas; lo importantes es ver si hay continuidad en su apertura, lo que indicaría que el problema sigue adelante (por ejemplo un asiento), o si abre y cierra en función de los cambios higrotérmicos o de sobrecargas de uso, lo que nos indica un proceso normal de deformación, sin mayores consecuencias.

• Para la comprobación de erosión química (pátinas, costras, exfoliaciones, etc.).
Deberemos conocer, en primer lugar, la presencia de contaminantes ambientales en la zona, a través de los registros municipales. Después, tenemos que recurrir a una serie de análisis físicos y químicos del material pétreo afectado: porosimetría de la piedra, análisis petroquímico de la misma para ver su constitución, y composición química de las costras, pátinas y alteraciones superficiales mediante ensayos DRX y FTIR.
De esta forma podremos conocer los procesos de alteración química y tomar las iniciativas adecuadas para remediarlas.

En definitiva, se trata de alcanzar un diagnóstico fiable, que no se base sólo en la intuición del técnico, por mucha experiencia que tenga, sino en datos técnicos y científicos demostrables y registrables; ello resulta especialmente importante en posibles litigios judiciales.

Juan Monjo Carrió.

Dr. Arquitecto, Profesor Emérito en la Escuela T. S. de Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid. Premio al mejor libro de texto de la Fundación General de la UPM (Universidad Politécnica de Madrid – 1995).

Jorge López

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