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En los textos previos he visto las lesiones y posibles actuaciones de intervención en la envolvente de los edificios (fachadas y cubiertas). Llega ahora el momento de analizar los acabados interiores.

Lo desarrollo en dos partes; primero los pavimentos, que reciben más acciones agresivas y, por tanto, puede sufrir procesos patológicos importantes, lo que implica mayor atención para su conservación; lo hago en este texto. Después, las paredes y los techos, menos conflictivos en general, pero también necesitados de atención continuada.

En cuanto a los primeros, debemos asegurar su buen comportamiento ante todo tipo de acciones, tanto interiores como exteriores y, por supuesto, mantener su integridad físico-química y su composición y textura,
puesto que resulta un elemento importante para el uso del edificio y constituye una parte inicial de la decoración de los espacios habitables. Y todo ello de acuerdo con la normativa vigente.

Existen numerosas publicaciones que describen las técnicas de estudio y diagnóstico de los pavimentos, así como soluciones para su reparación y rehabilitación1, además del documento básico DB-SUA del CTE, donde
se especifican algunas exigencias funcionales de seguridad de uso para los pavimentos. Al igual que en los textos anteriores, me limitaré a hacer un repaso de los síntomas de procesos patológicos que pueden sufrir, y de las acciones de reparación y rehabilitación más corrientes para los pavimentos, tanto interiores como exteriores.

TIPOLOGÍA
Conviene recordar los tipos de pavimentos más habituales, tanto interiores como exteriores, para mejor comprender las lesiones y las técnicas de mantenimiento y reparación:

• Continuos, bien soleras de hormigón (en masa o armado) sobre el terreno, tanto exteriores como interiores en sótanos y plantas bajas, bien morteros sobre soleras previas o sobre forjados, bien láminas
  flexibles.
• De baldosas, de piedra (losas, adoquines, etc.), cerámicas (gres, barro, etc.), de mortero (hidráulica, de terrrazo, de cemento, etc.), etc.
• De madera, tarimas (sobre rastreles, pegadas, flotantes, etc.) parquet, tacos, etc.

SINTOMAS
Veamos los síntomas más corrientes por tipos de lesiones, para después comentar las técnicas más adecuadas para su reparación y rehabilitación funcional. Hay que tener en cuenta que los pavimentos exteriores sufren también acciones meteorológicas similares a las que hemos visto en fachadas y cubiertas.

1. Lesiones de carácter físico

Humedades; problema más importante de los exteriores, aunque no exclusivos de los mismos.
Distinguimos cuatro variantes:

• De capilaridad, tanto en interiores en contacto con el terreno (plantas sótano y baja), como, sobre todo, en exteriores, por ausencia de drenaje o barreras capilares.
• De filtración, principalmente en exteriores, a través de las juntas entre elementos y perimetrales.
• Accidentales, si se colocan instalaciones de fontanería por debajo del pavimento.
• De condensación, sólo en pavimentos interiores de espacios volados.

Erosión física; solo en pavimentos exteriores por lixiviación o por helada.

2. Lesiones de carácter mecánico

Deformaciones; debidas a:

• Flecha del forjado soporte en interiores.
• Asiento del terreno en interiores y exteriores.
• Alabeo de tarimas por humedades o por falta de junta perimetral.

Fisuras; por:

• Flecha o asiento del soporte en interiores y exteriores.
• Dilatación-contracción, en exteriores y en interiores de grandes dimensiones.
• Reflejo de armaduras en soleras y piezas de hormigón prefabricadas.

Desprendimientos; especialmente en los de baldosas, láminas y tarimas por:

• Deformaciones o fisuras previas.
• Defecto del sistema de sujeción.
• Alabeo de tarimas.

Erosión mecánica; debida a impactos o al rozamiento, prácticamente inevitable por su propia función.

Organismos; presencia o ataque de plantas y animales:

• Hongos de pudrición e insectos xilófagos, en pavimentos de madera.
• Crecimiento de vegetales, en exteriores, principalmente en juntas entre baldosas o en fisuras de soleras.

Erosión química; sobre todo en exteriores, en soleras de hormigón, en baldosas de piedra, y en morteros de juntas entre baldosas.

A partir de estos síntomas y con una toma de datos técnicos de cada lesión, alcanzamos el diagnóstico necesario para decidir la intervención de reparación más adecuada. La toma de datos más corriente será:

• Humedades. Seguimiento durante un tiempo prudente con higrómetros, además de calas, para identificar el origen; capilar, filtración, condensación o accidental.
• Deformaciones. Comprobación de flechas y de posibles asientos, con ayuda de calas.
• Fisuras. Comprobar coincidencia con flechas o asientos, así como coeficientes de dilatación higrotérmica.
• Desprendimientos. Comprobar coincidencia con flechas o asientos y sistema de sujeción, a partir de muestras.
• Organismos. Tipo de organismo y tipo de ataque.
• Erosión, comprobar pérdida de sección o alteración química, y DRX de las alteraciones químicas.

Juan Monjo Carrió.

Dr. Arquitecto, Profesor Emérito en la Escuela T. S. de Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid. Premio al mejor libro de texto de la Fundación General de la UPM (Universidad Politécnica de Madrid – 1995).