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El Libro del Edificio Existente (LEEX) fue impulsado en la ERESEE 2020 como documento organizador y articulador de las actuaciones en los edificios, dando marco a los denominados como “trigger points” según la Directiva (UE) 2018/844, identificados a partir de la Inspección Técnica de Edificios (ITE) o el Informe de Evaluación de los Edificios (IEE), pudiendo jugar un papel clave como activadores y catalizadores de las sinergias entre las obras obligatorias de conservación y las voluntarias de mejora de la eficiencia energética. Esta iniciativa encontró a través del Real Decreto 853/2021, de 5 de octubre, por el que se regulan los programas de ayuda en materia de rehabilitación residencial y vivienda social del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, un impulso definitivo.

Sin duda se trata de un documento clave para conocer y “radiografiar” la naturaleza constructiva y el comportamiento de nuestros edificios, pero ¿Qué expectativa de vida y continuidad podrán tener estos LEEX más allá de los Fondos Next Generation que ayudan económicamente a su implantación?

Esto es una pregunta que muchos nos hacemos en relación con la implantación de la cultura de la conservación y el mantenimiento en la edificación, que requiere siempre de un desembolso por parte de las comunidades de propietarios. Como comenta Manuel Roberto Enguídanos, Presidente de Honor del Colegio de AA.FF. de Valencia (fallecido el pasado julio): La vivienda es el bien más costoso que adquieren las familias españolas, y en más de un 80% los hogares españoles están en fincas sujetas al régimen de propiedad horizontal o en comunidad. […]. No somos conscientes de la necesidad de mantener nuestros edificios y vivienda. Por contra, en la conservación de otros bienes infinitamente menos precisos y preciosos que la vivienda, hay un esmero y atención que no se presta a ésta. Ocurre con los automóviles, a los que se dedica tiempo, incluso de modo personal, para lavarlos, pintarlos, cambiar aceite, ruedas, frenos, etc., haciendo lo que debe hacerse, mantenerlo y conservarlo en perfecto estado. […]. Los propietarios deben aceptar por convencimiento las revisiones técnicas de sus edificios, y aunque no existiera obligación legal para ello, deberían hacerlo, porque hay que sustituir la cultura de la reparación, casi previa al colapso y la ruina, por la preventiva del mantenimiento y de la conservación, que a la larga es más rentable.

La atención a esta cultura del mantenimiento a veces irrumpe en la opinión pública con motivo de algún acontecimiento, con frecuencia trágico e irreparable. El reciente incendio catastrófico ocurrido el pasado mes de marzo en un edifico en Valencia, ha sido una de estas ocasiones que ha hecho despertar el interés, incluso la alarma en la población. Muchos conciudadanos se preguntan si no existe un “inventario o registro” en el que quede constancia de las características constructivas, estado de conservación, así como potenciales mejoras que se podrían hacer en sus edificios para garantizar mayores cuotas de seguridad y confort. La respuesta a esta pregunta la da directamente el Libro del edificio Existente (LEEX). De hecho, si analizamos la estructura expuesta en el Anexo 1 del Real Decreto 853/2021, de 5 de octubre luego desarrollado con más detalle práctico en el útil documento “Libro del Edificio Existente. Índice comentado” vemos que dichas preguntas responden exactamente al índice del libro.

En Aragón, por ejemplo, hay constancia gracias al estudio elaborado por la Oficina de Rehabilitación del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitecto Técnicos de Zaragoza de que más de 1.700 edificios ya cuenta con el LEEX. De ellos un 45,5% presentan un estado favorable, un 20% tiene un estado desfavorable y un 2,3% tienen deficiencias muy severas.

El LEEX nos permite conocer no solo los materiales empleados para la construcción del edificio, sino su reacción contra el fuego, así como todas las obras de rehabilitación o reformas que se hayan acometido. En palabras de Lucio de La Cruz, Gerente del Colegio de Aparejadores de Zaragoza, es como “el historial médico de cada uno de los pacientes”.

La cultura de la prevención, que poco a poco hemos ido introduciendo en la salud de las personas, debe también proyectarse a nuestros edificios. En última instancia, como dice el antropólogo Manuel Delgado, es realmente allí donde discurre nuestra vida.

Rafael Temes

Dr. Arquitecto, Profesor de la ETS de Arquitectura de Valencia. Subdirector del Departamento de Urbanismo. Director académico del Máster en «Sistemas de Información Geográfica aplicados a la Ordenación del Territorio, el Urbanismo y el Paisaje» (UPV) y del Diploma de Especialización en «Rehabilitación y Regeneración Urbana» (UPV-IVE-GV).