Diagnosticar, según el Diccionario de la Lengua Española significa:

Recoger y analizar datos para evaluar problemas de diversa naturaleza.

Necesitamos diagnosticar un edificio en diferentes circunstancias: cuando lo adquiere una nueva propiedad, cuando hay que actuar sobre él para rehabilitarlo o repararlo, cuando tenemos que hacer un peritaje sobe el mismo, etc.

En estos casos, el diagnóstico debe ser preciso, mostrando el edificio en todas sus cualidades y características; de lo contrario no sabremos con seguridad cómo es, cuáles son sus calidades y, sobre todo, cuáles son sus problemas técnicos o funcionales, si los tiene.

Para ello debemos tener en cuenta los posibles valores del edificio. En este sentido, podemos recurrir a la denominada “Triada vituviana”, (Firmitas, Utilitas, Venustas) deducida del libro que escribió Vitruvio en el siglo primero de nuestra era (“De Architectura”). De acuerdo con ella, podemos considerar que un edificio debe ser estable y mantener la integridad de todos sus elementos (Firmitas), debe ser un conjunto de espacios habitables, con la funcionalidad adecuada a su uso (Utilitas), y debe mantener una estética atractiva según el estilo de su época, con sus valores históricos y artísticos (Venustas). Podríamos decir que un edificio es:

• un objeto físico,

• una pieza arquitectónica funcional, y

• un documento histórico.
  

Por ello, el diagnóstico que se haga del edificio debe analizarlo de acuerdo con estas tres visiones.

a. Tiene que comprobar sus condiciones técnicas generales y, especialmente, su estabilidad, atendiendo a la normativa estructural correspondiente; comprobando que su cálculo se llevó a cabo según la normativa de su época de construcción, y analizando el cumplimiento del CTE en este momento, indicando si resulta necesario algún tipo de refuerzo. Asimismo, será necesario comprobar la integridad de todos sus elementos constructivos.

Para ello, necesitaremos conocer las características constructivas del edificio a partir de la documentación técnica del mismo, si existe, o llevar a cabo los estudios necesarios para caracterizarlo.

Asimismo, tendremos que realizar un estudio patológico del edificio, para detectar los procesos patológicos existentes a partir de las lesiones que se observen como síntomas de los mismos. Este estudio se deberá llevar a cabo con los técnicos y los medios adecuados. Es una labor similar a la que hacen los médicos con los pacientes que llegan a su consulta.

b. Tiene que comprobar también los usos, los que tiene en el momento del estudio y los que ha tenido a lo largo de su historia, para comprobar la correcta funcionalidad del edificio y detectar sus carencias con respeto a los DBs del CTE, especialmente los referentes a la seguridad de utilización y accesibilidad (SUA), al ahorro de energía (HE), y a la seguridad en caso de incendios (SI).

c. Finalmente, tiene que conocer sus valores históricos y artísticos, si los tiene, indicando posibles hechos y personajes históricos que haya albergado, estilos artísticos con los que se hayan diseñado y construido, destacando las posibles innovaciones artísticas y arquitectónicas, así como las variaciones de estos estilos a lo largo de la historia, etc.

Con todos estos datos se puede alcanzar un correcto diagnóstico, que nos permitirá conocer bien el edificio y detectar sus valores y sus carencias, lo que resulta imprescindible para actuar sobre él, recuperando su integridad (reparando), recuperando o cambiando su uso (rehabilitando) y recuperando sus valores histórico-artísticos (restaurando).

Juan Monjo Carrió.

Dr. Arquitecto, Profesor Emérito en la Escuela T. S. de Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid. Premio al mejor libro de texto de la Fundación General de la UPM (Universidad Politécnica de Madrid – 1995).