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Criterios para la intervención

Antes de intervenir en un edificio ya construido debemos analizar la posibilidad y el interés de dicha intervención, además de la forma de hacerlo. Para ello, podemos establecer unos criterios previos basados en los valores del propio edificio, que nos ayudarán a tomar la decisión adecuada.

Para identificar los valores, podemos basarnos en el trabajo de F. Benchenni, A. Mebrouki y J. Monjo, que han llevado a cabo un exhaustivo análisis histórico de los mismos. Asimismo, nos será útil el manual de diagnóstico de J. Monjo y R. Bustamante.

. Podemos hacer el siguiente listado:

a. Valores históricos, que comprenden los eventos importantes, incluidos personajes, que tienen alguna relación con el edificio. Los encontraremos en edificios antiguos, normalmente monumentales o declarados BIC (Bien de Interés Cultural). En estos casos su conservación es obligada. Para localizarlos deberemos conocer la antigüedad del edificio, consultar la documentación relativa al mismo, su planimetría, las publicaciones que hablen del edificio y su entorno, sus valores arqueológicos, el marco legal en el que se considere, las diferentes intervenciones que ha sufrido a lo largo de su historia, los distintos propietarios que ha tenido, etc.

b. Valores arquitectónicos, los más específicos que, a su vez, pueden agruparse en tres tipos:

– Valores funcionales, que se refieren a la bondad de su uso actual, a la evolución de usos a lo largo de su historia, así como su posible adaptabilidad a nuevos usos, incluida su accesibilidad universal.

Valores técnicos, que incluyen todos los aspectos relativos a su solución estructural y constructiva, tanto por su diseño como por los materiales empleados, además de su estabilidad e integridad. Para ello será necesario disponer de la documentación técnica de su proyecto y su construcción o, si no existe, llevar a cabo una caracterización constructiva del mismo, identificando sistemas y materiales, sus soluciones y sus características físicas, químicas y geométricas. Asimismo, necesitaremos conocer su estado en el momento del análisis, lo que supondrá un estudio patológico del edificio, identificando los procesos patológicos que le afectan, así como un posible estudio geotécnico pues el suelo soporte es una parte importante del sistema estructural y posible causa de algunos de los daños del edificio.

Valores estéticos, que recogen todos los relativos a su estilo y a su composición de formas, volúmenes y colores. Ello se puede analizar conjuntamente con los valores históricos, o constituir un estudio independiente, llevado a cabo por un experto en historia y en arqueología. Debemos conocer las características de los diferentes estilos arquitectónicos presentes en el edificio, su autenticidad y fecha, su integridad y posibilidades de recuperación. El estudio se debe extender a todos los elementos decorativos presentes, pinturas murales, relieves escultóricos y decorativos en fachadas y en interiores, carpintería y cerrajería, etc.

Estos valores arquitectónicos son objetivos y fáciles de identificar, y nos pueden ayudar a tomar la decisión de intervenir o no y, sobre todo, la forma de intervención y su alcance.

c. Valores contextuales, quizás menos considerados habitualmente, pero igualmente importantes. También podemos considerar diferentes tipos, según el contexto:

Contexto físico, según su situación urbana, rural…, su adaptación a la misma, su entorno construido, la representatividad del edificio en dicho entorno, etc.

Contexto social, su origen y enfoque social, su aceptación cultural y política, los usos sociales que ha podido tener, etc.

Contexto económico, su valor económico real y de mercado, los costes de intervención, la rentabilidad del uso actual o de usos futuros, etc.

Los valores contextuales, especialmente los sociales, pueden ser más subjetivos y aleatorios, pero importantes para justificar la posible intervención y para ayudar a decidir el tipo de intervención más adecuado.

Con el análisis de todos estos valores debemos identificar tres condiciones básicas del edificio que nos ayudarán a tomar las decisiones adecuadas en la posible intervención, a saber: interés, necesidad y viabilidad.

– El interés de mantener y recuperar el edificio, en función de la importancia de sus valores, tanto históricos como contextuales como, sobre todo, arquitectónicos.

– La necesidad de la intervención, en función de su estado de integridad constructiva.

– la viabilidad de la misma, en función también de su integridad constructiva, de su adaptabilidad a las nuevas funciones o a las nuevas exigencias en la misma función y, especialmente, dependiendo de su rentabilidad.

Si se decide llevar a cabo la intervención, debemos analizar el tipo de intervención necesaria, que podemos establecer en varios niveles, como ya he comentado otras veces:

1. Reparación técnica de todo lo que esté afectado por procesos patológicos. Podemos hablar de dos tipos claros:

Consolidación estructural y constructiva, necesaria cuando falle la estabilidad, cuando el nuevo uso implique acciones mecánicas superiores o, simplemente, cuando se quiera adaptar a la normativa vigente.

Supondrá consolidación del terreno, recalces, refuerzos estructurales, nuevas estructuras, etc.

Control de humedades de capilaridad; con drenajes, cortes capilares o ventilación previa.

Reconstrucción de elementos de cerramiento (fachadas y cubiertas) con reconstrucciones parciales o totales, refuerzos puntuales o generales, anclajes de acabados y elementos sueltos, reintegraciones, etc.

Reconstrucción de acabados interiores, tanto de pavimentos como de paredes y techos, incluidos los elementos decorativos, así como de elementos de carpintería y cerrajería.

2. Rehabilitación del uso de los espacios habitables, bien actualizando dichos espacios para el mismo uso, pero adaptándolos a la normativa vigente o, simplemente, a un mejor confort, bien preparándolos para un nuevo uso, con las condiciones exigidas para el mismo, además de asegurar la accesibilidad universal, dentro de lo posible (ajuste razonable). Ello implicará, probablemente, nuevas instalaciones, cambios de materiales, modificación de espacios, etc.

3. Restauración de los elementos con valor histórico-artístico (pinturas murales, esculturas adosadas o en relieve, aparatos de iluminación o de señalización, etc.), que deben ser realizada por especialistas en cada una de las materias.

Estas intervenciones tendrán diferente importancia en cada caso, en función del análisis de los valores identificados en el edificio. Unas veces será fundamental e inevitable destacar las acciones de reparación, dado el estado del edificio, otras veces será condicionante la rehabilitación del uso del edificio, en ocasiones será más importante la restauración de los valores históricos y artísticos identificados. También se puede fijar unas prioridades de intervención y establecer un “Plan director” para la misma, con el objeto de facilitar la viabilidad económica.

En cualquier caso, habrá que establecer un equilibrio entre los tres niveles de actuación, como si de una balanza de tres platillos se tratara, siempre en función del análisis previo de los valores que, en este sentido, se convierten en los criterios de decisión para la intervención.

Juan Monjo Carrió.

Dr. Arquitecto, Profesor Emérito en la Escuela T. S. de Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid. Premio al mejor libro de texto de la Fundación General de la UPM (Universidad Politécnica de Madrid – 1995).

Jorge López

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